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domingo, marzo 25, 2007

Una CiuDad InviSible….




Desde niño lo que me inkieta de las tragedias en chile es la naturalidad con las que se les toma. Cuando entrevistan a una madre o un padre y dicen “si hubieran sido un accidente eso seria un consuelo” ¿pero como? ¡Si es al revés! Los accidentes son los evitables.
Valparaíso no debería haber perdido el “Roland Bar” (se hubiera quemado el congreso mejor, dijo el poeta Enrique Moro para la televisión en esa época). Nadie debió haber muerto en la “Divine”. Ni en el gasómetro debido haber ardido esa tarde de mediados de los 90. Ni la pasarela de avenida España debió haberse caído, con su cuota de muertos e impunidades. Así como no debió morirse ese marino en el desplome del ascensor Polanco en los 80. O la señora – en esa misma época- que se electrocuto al bajar de un trole.
¿Cuánto gas es necesario para provocar una explosión que haga volar tres edificios con paredes de 80 cms de espesor y elevar vigas de 150 klgs a 50 metros de altura y a 300 metros de distancia? Una bomba. Un atentado. Si hubiera sido Amón gelatina o trotil ¿Qué cantidad se hubiera requerido?
Y el extraño silenciamiento de la moneda amordazada por Velasco (que ahora sabemos que tiene un par de hijas trabajando para la empresa de gas) era desconcertante. Inentendible que luego de 48 horas nadie diera un dato de cuantos espacios eran arrendados o subarrendados a familias y no saber siquiera una aproximación de cuantas personas vivían allí.
¿Y por que había tan poca gente? Casualidad, sincronía o conspiración.¿habría que especular otras vez?


La explosión de calle Serrano vino precedida del “tsunami” de los carnavales culturales y la noche de año nuevo, la ciudad nuevamente lucio como postal irresponsable de carrete y turismo avasallador y encochinante. ¿Por qué deberíamos sacrificar a los habitantes de este puerto por un millón de visitantes a los que no se les ha ofrecido la oportunidad honesta de conocerla y valorarla efectivamente y que, por lo tanto, se comportan como una clientela prepotente con instintos patronales, todo por unas Lucas (y quisiéramos saber cuantas para conocer nuestro precio) que se capitaliza en servicios destinados básicamente para la demanda foránea?
Preguntas que nos quedan, así como los afiches post explosión que describe Ernesto Guajardo, al final de esta Ciudad Invisible 17, reclamando por los crímenes que quedaran en la impunidad, como sucedió con todas las tragedias de esta ciudad que se cae a pedazos y que no sabe que hacer consigo misma.
Tal vez la pega sea no perderle la pista a desastres como este. Recordarlos, mantenerlos vivos. Que no cierre la costra.

Editorial
http://www.ciudadinvisible.cl



Simplemente,io